Las noches en Madrid continúan siendo frías, así que decido ponerme las medias bajo la falta corta cuando salimos a tomarnos algo.
Entramos en nuestro pub favorito. Hay bastante gente, como corresponde a una noche de sábado. Me quito la chaqueta mientras tú pides nuestras bebidas y como no queda una sola silla libre nos apoyamos en la barra.
Sonrío cuando tus ojos se posan en el escote de mi camiseta de licra, completamente ceñida a mi cuerpo. Acercas tu boca a mi oído para decirme lo guapa que estoy y uno de tus dedos roza mi pezón que se endurece inmediatamente al sentir tu contacto. Sabes que no llevo ropa interior pues esta camiseta es muy ajustada, aunque no te hace falta saberlo porque en este momento es claramente visible.
Ahora eres tú el que sonríes al ver que me turba ligeramente la situación; te gusta jugar, te gusta provocarme cuando hay gente a nuestro alrededor. Pero a mi también me gusta jugar y me pego a ti, mis caderas contra las tuyas, mis manos volando hacia tu sexo, tan solo un momento.
Tú te remueves inquieto y un ligero rubor asoma a tus mejillas. Yo sé que tú no te sientes violento en estas situaciones, sino que te excitan, así que sé que el color que asoma en tu rostro, se debe al movimiento que acabo de efectuar.
Vuelves a acercarte a mi oído y empiezas a contarme como te gusta el sabor de mi sexo, como te gusta que tu lengua resbale por él mientras mi creciente humedad te habla de la excitación que voy sintiendo, cuanto disfrutas al sentir su suavidad en tus dedos. Tu mano se cierra en torno a uno de mis pechos y yo me aparto con el pulso latiendo a toda velocidad.
Pero tú no puedes quedarte quieto. Ahora es tu otra mano la que se introduce entre la barra y mi cuerpo y me empiezas a subir la falta lentamente. Tus manos por mis muslos y el borde de mis medias, por mis caderas para acabar descubriendo que la ausencia de ropa interior no se limita tan sólo a mi pecho. Me gusta ver las expresiones que se reflejan en tu cara: primero una ligera perplejidad, luego reconocimiento para acabar con una ligera sonrisa en tu boca.
- ¿Se te ha olvidado algo?
- Puff. Ya sabes lo despistada que soy.
- Me gusta -. Tu mano se adentra entre mis muslos. - Me gusta- repites.
- Nos pueden ver
- Lo sé - dices mientras introduces uno de tus dedos entre mis labios y acallas las protestas de mis otros labios con tu boca. Intensos cosquilleos recorren mi sexo al compás de los círculos que traza tu dedo y todo mi cuerpo se estremece. Mi mano se posa un momento en ti y me gusta lo que noto, lo que siento.
Te apartas y das un sorbo a tu bebida. Me has dejado estremecida, temblorosa y deseando más, mucho más. Se te ve tranquilo y relajado, aunque yo sé que no lo estás.
Bebemos.
Nos miramos.
Sonreímos.
Te cojo tu mano y me llevo tu dedo a mi boca para lamerlo ligeramente mientras miro tus ojos. Tu piel me devuelve mi propio sabor. Acercas tu cara a la mía
- Yo también quiero saborearte y me apetece muchísimo ir a mojarme . ¿Vamos?
Y claro, tal y como yo tenia el cuerpo ¿cómo podía negarme ante tal petición?
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